2008/12/22

El TAV en Navarra o la movilidad como enfermedad del desarrollismo

Punto de partida: el decrecimiento sostenible ha de construirse, al menos, sobre dos pilares complementarios: el compromiso personal por reducir consumos, reciclar, reutilizar... y, paralelamente, un trabajo político de "lobby" para facilitar que las políticas públicas vayan haciéndose permeables y consecuentes con una sostenibilidad ambiental, humana e intergeneracional.
Ocurre que mientras el tema se ubique en lo individual-grupal, lo micro (con iniciativas de autoconsumo, reducción de emisiones...) las críticas del entorno pueden ser más benévolas, e incluso pasar de críticas a valoraciones positivas. Incluso es muy posible conseguir alguna financiación pública en alguno de los cada vez más numerosos -y falta hacen- programas de Agenda 21, sostenibilidad...
Pero los aires cambian cuando lo cuestionado se situa en la base del "necesario desarrollo de nuestra Comunidad...", osea una obra que puede suponer 3.150 millones de euros sólo en Navarra, que supondrá un movimiento de 35 millones de metros cúbicos de tierras, que encarecerá el transporte por ferrocarril, que no se plantea como alternativa al vehículo privado, que incrementa el consumo energético exponencialmente, que modifica la ordenación del territorio con una barrera de 23 metros de ancho, y con estaciones sólo en Tudela (ocasional) y Pamplona... Sí, el famoso TAV, ¡y lo famoso que va a ser en este 2009 que pronto empezará!
Quizás viva en babia, pero no me parece que se haya producido un debate argumentado sobre los pros y los contras de tan -a mi parecer- faraónica y desmedida obra.
Suscribo aquí la percepción del transporte como "enfermedad" ligada al progreso, en el sentido de que al no cuestionarse los límites de la movilidad, llega un momento (en muchos sitios ha llegado ya hace tiempo) en que los inconvenientes superan con creces a las ventajas sociales del mismo. Y con esto del TAV mucho me temo que vaya a suceder lo mismo.

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